Monseñor Ramos agradeció la alegría con que los fieles se reunieron en el Campo Santo y explicó que “los seres humanos siempre estamos rodeados de personas;  cuando niños, cuando hemos crecido, cuando trabajamos, en todas las etapas de la vida conocemos a muchas personas y quizás no nos acordamos de todos muy bien. Pero uno siempre se acuerda de quienes son su propia familia, ya que es el vínculo más estrecho y cercano que tenemos todos los seres humanos. Y dentro de la familia hay siempre una persona que tiene un lugar destacado que es la mamá. Ella siempre está mas cerca de nuestro corazón. Y no puede ser de otra forma porque nos llevó en su vientre  por 9 meses, nos acompañó a dar nuestros primeros pasos y seguramente nos alimentó. Uno nunca se olvida de ella”.

“Hoy nos convoca una mujer que es madre, la Virgen María, y la reconocemos también como nuestra propia Madre, porque a los pies de la cruz cuando todos los demás se habían ido y quedaba muy poca gente acompañando a Jesús, en ese momento de dolor, estaba la Virgen María. La madre cumple un rol muy importante en todos nosotros, más aún, en el sentido espiritual. Ella nos comunica a su hijo Jesús y nosotros después de haber hecho este camino sinodal aún no concluido hemos visto que nada puede apartar a Cristo del centro de nuestra vida, y en cercanía de la Virgen Maria nos da la certeza que no nos equivocamos, porque ella nos regala su hijo,  Jesucristo el señor. Para tener certeza de los que tenemos que hacer como pueblo de Dios tenemos que mirar a Maria, porque ella es el verdadero retrato nuestro. Si Dios tiene un sueño para toda la Humanidad, ese plan se ha visto realizado en la Virgen María, ya que toda su vida fue escuchar la voluntad de Dios y ponerla en práctica”, dijo Monseñor Ramos.

“Al concluir ya el mes de María y comenzando Adviento, un tiempo litúrgico muy importante, que nos invita a poner nuestra mirada en Navidad, en el pesebre, hacemos este camino de la mano de la Virgen María”, concluyó el Arzobispo de Puerto Montt.