Arzobispado de Puerto Montt

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Columna de Opinión: Cuando parte un amigo

Para todos es doloroso experimentar el fallecimiento de alguien cercano. Puede ser un familiar, un colega de trabajo, un vecino o alguien con el que se ha compartido en la vida. La muerte nos golpea y nos recuerda lo frágiles que somos y cómo nuestros afectos y relaciones se resienten fuertemente por ella. La ausencia por la partida de alguien cercano suele ser demoledora.

Cuando parte un amigo, el dolor en el alma es grande, pues con un amigo se tiene cercanía, confianza y complicidad. Como dice la Escritura, “el amigo fiel es un apoyo seguro, quien lo encuentra, ha encontrado un tesoro. El amigo fiel no tiene precio, su valor es incalculable” (Eclo 6,14-15). Su partida la vivimos con tristeza.

En esta semana, la Iglesia de Puerto Montt ha lamentado la partida no de un amigo sino de dos. El martes pasado falleció el Pbro. Nelson González, producto de una enfermedad implacable. El domingo anterior nos dejó el diácono permanente Humberto Caro, quien ya anciano dejó este mundo en silencio y en paz.

El P. Nelson tuvo una dilatada trayectoria en Puerto Montt, aunque falleció a los 65 años de edad. Conocido por su espíritu trabajador, cercano y amable, las comunidades en donde sirvió le agradecían su compromiso por la gente, por los más pobres y necesitados, y por tomar en sus manos todo tipo de construcciones en bien de la comunidad. Fue párroco en varias parroquias, capellán de Gendarmería, asesor de varios grupos. No se midió, sino que simplemente se entregó por los demás y vivió eso de que, si el grano de trigo muere, da mucho fruto (cf. Jn 12,24). Por esto fue declarado Hijo Ilustre por la Municipalidad de Puerto Montt en febrero de este año.

Don Humberto, nacido en 1941, fue ordenado diácono permanente en la diócesis de Talca, pero a los pocos años se trasladó a Puerto Varas integrándose a la arquidiócesis de Puerto Montt. Su gran legado es el incansable servicio que prestó en la pastoral social CARITAS de esta diócesis. Siempre tuvo tiempo para los más pobres, abandonados, migrantes y necesitados en general. Con su serenidad y buen juicio, siempre supo estar presente cuando era requerido en el servicio a los demás.

Motivados por la fe, la comunidad cristiana se ha reunido para rezar por ellos: “Venid a su encuentro, santos de Dios; salid a su encuentro, ángeles de Dios. Cristo que te llamó, te reciba, y los ángeles te conduzcan a la morada de los santos”. Que descansen en paz.

 

 

 

+ Fernando Ramos Pérez

Arzobispo de Puerto Montt