Arzobispado de Puerto Montt

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El sentido del trabajo

No cabe duda de que buena parte del tiempo de una persona adulta se utiliza trabajando. Hay una multiplicidad de expresiones laborales; algunas requieren mayoritariamente del esfuerzo físico, mientras que otras se despliegan desde el esfuerzo intelectual. Hay trabajos que no necesitan mayor preparación o formación, mientras que otros exigen largos años de estudios académicos. Sean sencillos o sofisticados, al final de cuentas todos son igualmente trabajos desarrollados por personas humanas. Siendo, entonces, algo tan íntimamente vinculado a nuestra condición, resulta conveniente preguntarse ¿cuál es el sentido del trabajo? ¿para qué trabajamos?

Para muchos, la perspectiva económica se impone como criterio de decisión laboral; se intenta responder a la pregunta de qué me permitirá ganar más dinero. Desde esta mirada, el trabajo se ha ido transformando en una excusa o plataforma para obtener más dinero y así poder ampliar las posibilidades de mi actuar en el mundo. Esto, que podemos llamar razón instrumental económica del trabajo, ha ido copando las decisiones de las nuevas generaciones, de manera tal que por ejemplo no es raro en la actualidad ver personas que migran de lugares de trabajo con extrema facilidad apenas reciben una oferta laboral más provechosa en lo económico. La satisfacción inmediatista del yo se impone como criterio de decisión.

Con todo, hay otras formas para resignificar el trabajo. En efecto, hay personas que se preguntan qué les gustaría estudiar o cuál es su vocación. De hecho, desde la fe no es raro preguntarse a qué nos llamaba Dios para desempeñar o desarrollar en nuestra vida. En el fondo, el trabajo lo podemos ver como uno de los ámbitos principales en donde nuestro ser se despliega, desarrolla y alcanza plenitud. Por esta razón, el trabajo se ve también como el espacio desde el cual podemos colaborar en la construcción de un mundo más humano, justo y confortable para todos.

Ante esto, nos podemos cuestionar si acaso el ser humano es solamente un ser que busca mayor enriquecimiento o, por el contrario, es también alguien que se despliega en la sociedad como un sujeto que crea comunidad, desarrolla valores, alimenta las relaciones interpersonales y anhela una mejor convivencia entre todos. Buena parte de las incógnitas, inconsistencias y desafíos que a diario descubrimos en la hora presente se pueden leer desde esta pregunta fundamental.

 

 

+ Fernando Ramos Pérez

Arzobispo de Puerto Montt