Con una liturgia celebrada por el Arzobispo de Puerto Montt, monseñor Fernando Ramos en la Parroquia María, Reina y Madre, de Pichipelluco se celebró el Día de la Inmaculada Concepción.En el encuentro, las parroquias de Puerto Montt, unidas, alabaron a Dios por la obra realizada por la Virgen María y pidieron aprender de ella la docilidad y la fidelidad a nuestro Padre.
 
Así mismo, el arzobispo de Puerto Montt, monseñor Fernando Ramos mencionó estar celebrando hoy el Día de la Inmaculada Concepción después de dos años de pandemia, y agradeció a la Parroquia María, Reina y Madre por acogernos en su casa.
 
“Hoy nuestra mirada está puesta en la Santísima Virgen María. Cuando celebramos el Día de la Inmaculada Concepción de María es cierto que ponemos la atención en una persona concreta que es la Virgen, quien vivó hace muchos años lejos de acá, pero que su vida a dejado un legado enorme. Sabemos que tuvo una vida terrenal, pero goza de la presencia de Dios en su reino”, explicó Monseñor Ramos.
“Otro misterio de la Virgen es que fue al cielo en cuerpo y alma, es decir que perdura viva ante el Señor. Esto es importante ya que su vida se trasforma para nosotros en algo cercano. Cuando contemplamos a la Virgen María no solo contemplamos a una persona concreta, sino que a lo que nosotros podemos llegar a ser. Ella es figura de la iglesia, imagen de todos nosotros, del pueblo de Dios bautizado. Y mirándola a ella nosotros encontramos nuestro propio retrato”.
 
“Ella era la mujer del silencio, lo que nos ayuda a tener nuestros sentidos despiertos, a saber, escuchar, a saber atender, tenia la capacidad de entender en profundidad de lo que significa las cosas. En nuestra sociedad actual a veces nos perdemos un poco con tanta responsabilidad y nos olvidamos de aquello que es más importante. El silencio de María nos ayuda a descubrir lo que es importante y lo que es secundario.
 
“Ella también tuvo la capacidad de dialogar con el señor, cuando se le acerca el ángel y le dice alégrate Maria porque el señor ha encontrado en ti algo maravillosos. Ella pregunta como va a hacer posible esto, con sencillez, pero desde la verdad”.
 
“La tercera característica es que ella se siente la servidora del señor, ella por su voluntad, por su razón y personalidad se puso en las manos del Señor. A pesar de que tuvo muchos problemas, viendo a su hijo amado muerto en la cruz ella fue feliz, porque tuvo la plena conciencia que su vida estaba en sintonía con Dios”, explicó monseñor Ramos.
 
En la ocasión, los fieles terminaron con una procesión cantándole a la Virgen María y poniendo en sus manos sus más íntimos deseos e intenciones a través de sus plegarias.