Nochebuena de Navidad
Nochebuena de Navidad
En una semana más nos estaremos disponiendo a celebrar la Nochebuena de Navidad. No sólo los católicos sino también todos los cristianos del mundo entero y muchos no creyentes se alegran y festejan este acontecimiento como un momento de paz y alegría. No faltan los que se interrogan si acaso tiene sentido evocar la paz en este momento, ya que estamos viviendo momentos difíciles: guerra en Ucrania, miles de muertos en la franja de Gaza, conflictos armados interminables en varios países de África, pugnas, disputas y tensiones en casi todos los países de América Latina, violencia, delincuencia y corrupción en nuestro país e incluso hoy debemos pronunciarnos sobre un nuevo proyecto de Constitución Política de la Nación en un ambiente polarizado y lleno de incertidumbre.
Así y todo ¿por qué los cristianos vemos en la Nochebuena una noche que nos invita a alegrarnos por la paz? La fuente de esta paz no se encuentra en los logros humanos o en un empecinado voluntarismo irreal o en la no percepción de los graves conflictos que vive la humanidad actualmente. Se basa en el estupor al constatar que en el nacimiento del niño Jesús en Belén ha ocurrido algo asombroso para la humanidad entera: Dios mismo ha querido nacer como creatura tan frágil y débil como un niño. La divinidad toca y se une a la humanidad para levantarla y animarla a una esperanza concreta, pues Dios apuesta y se compromete con la humanidad. Este es el motivo de nuestra alegría y por eso cantamos noche de paz.
Desde esta perspectiva, entonces, vivir la Navidad implica prepararse. No basta con hacer una cena familiar o llevar regalos a los seres queridos. Significa tomarse en serio que Dios nos visita en la figura frágil de un niño y, por esta razón, hay que acogerlo en la intimidad de nuestra conciencia y de nuestro corazón.
No perdamos, entonces, la oportunidad de dejarle un espacio importante a quien celebramos en su nacimiento, a Jesús el hijo de María, que es el verdadero enviado del Padre para darnos vida y vida en abundancia. Escuchar su palabra, participar en las celebraciones litúrgicas propias de Navidad, alimentarse de la propuesta de paz que trae el Salvador, son modos concretos para que este nacimiento irradie lo que realmente es: la Nochebuena por excelencia.
+ Fernando Ramos Pérez
Arzobispo de Puerto Montt