En Puerto Montt se vivió con recogimiento el Retiro Mariano: Hora de la Madre del Crucificado
Estas son las horas en la cual la Virgen María vivió las pruebas supremas de la fe y de la unión con Dios Redentor. Hora en la cual creyó con toda evidencia y esperó contra toda esperanza en la resurrección del Hijo hecho hombre en sus entrañas. Es su hora en la cual completaba lo que faltaba a los sufrimientos de Cristo al favor de la Iglesia, ya que en aquel día la Iglesia aún naciente se recogió en su corazón de madre y con la Iglesia se recogieron y florecieron en ella las esperanzas y las expectativas del mundo.
El Sábado Santo no hay oficio litúrgico, Cristo yace en la sepultura. Desde los primeros siglos la Iglesia de Oriente y de Occidente sintió y celebró esta misteriosa unión que enlaza como un puente el Viernes Santo y el Domingo de Pascua, pasando a través del corazón de María y ve en ella la expresión de toda la Iglesia que espera con trepidación el amanecer de la resurrección.






Esta celebración se inició con un acto penitencial, continuando con la palabra de Dios, seguida de una homilía, luego se continuó con el rezo de un misterio del Santo Rosario. Concluyendo con la bendición.
La celebración en la Catedral de Puerto Montt fue presidida por el Arzobispo, Fernando Ramos quien dijo que “María pueden ver como Jesús estaba cansado, el dolor de ver a su hijo muerto en la cruz. Ella supo más de los dolores. Dicen también, que el dolor más grande es de una madre ver muertos a uno de sus hijos. Es un dolor inalienable”.
“Y ella lo vivió. Por eso, se nos hace una figura, más que una figura, (2:03) que podría parecer espiritual, alejada de nuestra realidad, (2:07) se nos hace una figura muy cercana, muy presente, muy humana. Una figura que sabe de lo que significa el dolor, que sabe de lo que significa el sufrimiento”.
“Y ahora vamos a preguntarnos un poco por qué la Virgen María era capaz de soportar tanto dolor. ¿Qué había de ella, que Hacía para ser alguien capaz de superar cualquier y cualquier adversidad que le llegó a su vida? Era la fe de Dios.”
“Tenía la fe tan enraizada, tan fortalecida, en que fue capaz de enfrentar cualquier peligro. Por eso entonces, esta mañana, queremos celebrar la resurrección en esta figura extraordinaria, beber de su experiencia, solicitar su juicio, pero sobre todo, que ella nos ayude a contarle al Señor, para decirle sí al Señor, para que nos enseñe a decirle amén, para que vaya buscando la vida de Dios en nosotros, a pesar de las dificultades que nos ofrecen”, dijo el Arzobispo de Puerto Montt