Arzobispado de Puerto Montt

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Comunidad de Puerto Montt se reunió en Catedral Metropolitana para despedir al Papa Francisco

Con mucho pesar y recogimiento, este lunes 21 de abril a las 12:00 horas en la Catedral de Puerto Montt se celebró una Eucaristía por el eterno descanso del Papa Francisco.

La Santa Misa fue presidida por el Arzobispo, Fernando Ramos, quien expresó el pesar por la muerte del Papa.

En la misma Catedral se dejó un libro de condolencias para quienes quieran expresar su sentir por el fallecimiento del Papa Francisco. 

Homilía

“Hermanos y hermanas, con pesar nos reunimos hoy al mediodía en esta Iglesia Catedral para celebrar esta misa por sufragio del alma del Papa Francisco. Al despertarnos hoy en la mañana nos hemos enterado de esta inesperada muerte del Papa.  Sabíamos que estaba muy delicado de salud, de hecho había estado hospitalizado más de un mes  por una neumonía bilateral.

Se estaba recuperando, incluso ayer lo pudimos ver en la televisión que hizo la bendición Urbi et Orbi en el día que celebramos la Pascua de Resurrección del Señor. Sin embargo, en la madrugada de Italia, a las siete y media de la mañana, siete treinta y cinco, una treinta y cinco hora nuestra, el Papa falleció.  Siempre cuando fallece alguien, evidentemente, experimentamos ese momento con dolor, con pesar,  porque es una pérdida.

Cuando perdemos un ser querido, deja un espacio, deja una presencia,  se hace ausente, aunque siga presente en nuestro espíritu y a través de su espíritu,  pero lo vivimos con dolor. La muerte siempre nos produce dolor. Y por eso nos reunimos con pesar hoy para hacer memoria de lo que él significa.

Pero más aún, siendo un Papa, para nosotros los católicos, es una persona ciertamente, pero tiene un valor y un significado extraordinariamente grande, porque es un sucesor de San Pedro, aquel que continúa conduciendo a este pueblo de Dios que, a pesar de las vicisitudes de la historia, sigue profesando que Cristo es el Señor. Pedro fue el primero que dijo, tú eres el Cristo, el Hijo del Dios bendito. Cuando Jesús le preguntó a sus discípulos quién pensaba que la gente decía acerca de Él y quiénes decían sus discípulos acerca de quién era Jesús.

Y Pedro dijo la verdad más profunda acerca del Señor y después Jesús le dijo, bien Pedro, dices bien, y por eso yo te nombro ahora Piedra de la Iglesia y sobre esta piedra voy a edificar a mi Iglesia. Y las puertas del Hades no prevalecerán sobre esta Iglesia que fundaba el Señor. Esta es la persona que nosotros queremos despedir.

Por una parte, Jorge Bergoglio, que nació en Argentina, en Buenos Aires, el 17 de diciembre del año 1936  y que fallece hoy con 88 años de edad, 21 de abril del año 25.  Y que en este largo recorrido que hizo podemos distinguir algunas notas características de él.  Primero, entró a la compañía de Jesús como respuesta a un llamado que el Señor le hizo.

Cuando uno se consagra al Señor como sacerdote, como religioso o religiosa,  es siempre una respuesta al Señor, a un llamado primero. Y él sintió ese llamado cuando era joven, cuando era químico,  cuando había participado en distintas actividades, grupos,  y sintió que su vida tenía sentido sólo en la medida que se consagraba al Señor. Y así lo hizo.

Entró a la compañía de Jesús, incluso una parte de su formación la hizo acá en Chile, en la zona central.  Después tuvo distintas responsabilidades al interior de la compañía de Jesús,  pero en el año 1992 fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires. Después, en el año 1998, fue nombrado arzobispo de Buenos Aires.

Y así perduró por largos años hasta que en el año 2013 fue nombrado Papa,  elegido Papa el 13 de marzo. Yo recuerdo que en Santiago, era rector del Seminario de Santiago, y pusimos una pantalla grande cuando se supo que había fumata blanca, como dicen los italianos, humo blanco, en el conclave de aquel entonces. Y aparece el cardenal respectivo anunciando el nuevo Papa  y dice que es el arzobispo de Buenos Aires.

Quedamos todos sorprendidos. Nunca había sido nombrado Papa alguien tan cercano o de nuestro continente, o lejos, o fuera del Mediterráneo o del mundo europeo. (5:26) Así que fue una gran, gran noticia para todos nosotros.

Su vida como Papa fue muy variada. Todos pensábamos que iba a ser un Papa más bien tranquilo, porque fue nombrado cuando tenía no pocos años. Sin embargo, hizo 47 viajes apostólicos, visitando 66 naciones.

Y algunas de esas naciones que visitó,  fueron naciones que por primera vez eran visitadas por un Papa. Llegó a lugares muy pequeños, muy alejados del mundo o de la vida de la Iglesia, como por ejemplo Mongolia.  Nunca se había pensado que un Papa iba a ir a Mongolia, cuando la comunidad católica es pequeñísima. Pero ahí fue el Papa. Escribió cuatro encíclicas, cuatro encíclicas con distintos temas,  una recién publicada el año pasado.

También escribió exhortaciones apostólicas, siete, y que fue abarcando con mayor profundidad estos temas que para él eran tan importantes. Desde la fe, nosotros los católicos, reconocemos en la muerte un paso, no un muro.  ¿Qué diferencia los creyentes en general, pero particularmente los cristianos, de los que no son cristianos o son agnósticos, no creyentes? Es que nosotros miramos el final de nuestra vida como un puente o un paso.

El no creyente encuentra un muro, un muro infranqueable, un muro que no se puede romper, un muro que después nos aplasta.  Nosotros, en cambio, vemos un puente, un puente a otra dimensión, a otra vida, que sólo la vivimos desde la Resurrección de Cristo. Por eso es muy importante poner de relieve que el Papa falleció esta madrugada,  justo al día siguiente que celebramos la Resurrección de Cristo, al día siguiente de Pascua de Resurrección.

Podemos ver que es un guiño que nos hace el Señor diciendo sí, el Papa murió, sí, ha muerto, nos produce dolor, pero no es la última palabra, no es la última palabra. La última palabra la tiene la Resurrección de Cristo. Y en Cristo nosotros podemos resucitar.

En Cristo el Papa Francisco va a resucitar. Por eso estamos vestidos de blanco, todos los sacerdotes, esta semana la llamamos Octava de Pascua,  es una prolongación del día de ayer y lo celebramos con ornamentos festivos,  porque celebramos la Resurrección.  Incluso la muerte nos habla de la Resurrección.

Y por eso le damos gracias al Señor por el Papa Francisco,  por lo que ha sido su obra y porque justo murió este día, porque nos habla y nos grita de que nuestra esperanza  se refunda en la Resurrección de Cristo. Recordaremos al Papa por muchas cosas, por muchas anécdotas,  muchas historias habrán en torno a él. Pero yo quisiera subrayar tres puntos breves para decir la importancia de este Papa para todos nosotros.

En primer lugar, este Papa llegó desde la periferia, nos habló de la importancia de los que viven en la periferia, y nos invitó a comprometernos con aquellos que van quedando al borde del camino. Fue un profeta que nos invita a tomar en serio  lo que significa la humanidad, la hermandad y la fraternidad entre todos nosotros.  Que no nos olvidemos de los más vulnerables,  que no nos olvidemos de los más pobres,  que no nos olvidemos de los migrantes, de los que están más desfavorecidos, de aquellos que realmente tienen la vida puesta arriba por miles de dificultades, que pueden ser enfermos, abandonados, que están destruidos muchas veces por distintas circunstancias.

Que no nos olvidemos de ellos, porque olvidándonos de ellos nos olvidamos de nosotros mismos. Viniendo de la periferia del sur del mundo, esto pone al centro del mundo la importancia y el valor de aquellos que están en la periferia y los invita a sentarse a la mesa. Primera cosa, yo creo que es muy importante del Papa Francisco.

Segunda cosa, más para adentro de la Iglesia,  nos ha invitado, especialmente la última parte de su pontificado,  a vivir en el camino de la sinodalidad,  es decir, en el camino que vamos todos juntos, que tenemos que crecer en comunión y en participación,  en corresponsabilidad y en la misión. Sentirnos comunión, hacer comunión, no dividirnos.  De hecho, una de las cosas fundamentales de la misión de un Papa  es generar comunión y construir comunión.

De que nosotros, como Iglesia, tenemos todos el mismo sacramento fundante, que es el bautismo, y que es fundamental para todos,  y eso es lo que nos hace hermanos y hermanas,  y que nadie se puede quedar afuera,  y que todos tenemos una participación en esta vida. Y en ese contexto dio paso muy importante para superar también en la vida de la Iglesia  cualquier esbozo, cualquier atisbo, cualquier acto que pueda llegar al abuso de alguna persona, como lamentablemente hemos tenido en nuestra vida eclesial. Hizo los caminos y estableció los protocolos y perfeccionó lo que había en la Iglesia para que marcháramos con seguridad al margen de cualquier tipo de abuso en la Iglesia.

Es parte de la sinodalidad, es parte de lo que significa ser pueblo de Dios, y en eso no cejó el Papa Francisco. Y por último, el tercer punto que puso de relieve,  que ya lo manifestaba en la encíclica laudato si,  la importancia de la casa común,  la importancia de cuidar el medio ambiente, la importancia incluso de ser corresponsables  con las generaciones futuras, os que vendrán después de nosotros.  No podemos dejar una casa dañada.

Lo mismo cuando uno visita una casa, le prestan una casa y uno se va, la deja limpia, ordenada, agradecido que le han prestado una casa. Así también nosotros, nuestra generación y nuestras generaciones, tenemos que dejar a las generaciones futuras una casa limpia, ordenada y no herida. Le damos gracias entonces al Señor por este Papa que nos regaló y le pedimos que nos ayude a integrar,  digerir, procesar todo su magisterio, su enseñanza y el camino que realizó para que nosotros podamos seguir caminando como pueblo de Dios por este camino”.